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domingo, 5 de noviembre de 2017

Atrás hay relámpagos * *

Atrás hay relámpagos  * *
Delante hay bicicletas
Si se habla del argumento de un filme, pues que se comporte como relato y que cuente una historia

No se puede negar la magia de las actrices Natalia Arias y Adriana Álvarez para cautivar al público, sea en teatro o en cine. Eso está demostrado en cada una de sus apariciones, sea por separado o juntas, y sucede ahora con el filme costarricense “Atrás hay relámpagos” (2017), escrito y dirigido por el guatemalteco Julio Hernández Cordón.
Por supuesto que esa magia no es solo un asunto de carisma: ahí está el talento que ambas actrices han mostrado una y otra vez, igual, en cine y en teatro. Así, quienes piensan que el cine es tan solo representación, han de preguntarse por qué, con tales actrices juntas, las cosas no salieron mejor en
Atrás hay relámpagos”.
Creo que la película no engancha mejor con el público en general (no hablo de los adictos acríticos del cine costarricense, que los hay en relativa cantidad), no engancha por la ausencia de un relato propiamente dicho. En ello, me apoyo en la apreciación del teórico de cine, semiólogo y sociólogo, el francés Christian Metz.
Decía Metz (simplifico) que en una película hay que eliminar todo vestigio de que se trata de un discurso estructurado (aunque este exista) y favorecer al máximo el hecho de que se trata de pura narración o pura historia. Agrego: aquí es donde deviene importante lo imaginario.
Entendido el cine como narración y representación, no dudo en afirmar que es esa ausencia de un relato propiamente dicho lo que debilita el desarrollo del filme que comento. Si al menos se hubiese presentado como algo experimental o como opción de ser un dispositivo sensorial nada más, mi valoración podría cambiar.
Pero no, la película fue, ha sido y es presentada como una “historia”; sí, por ejemplo, en la página Filmaffinity leemos: “Sole y Ana andan en sus bicis por la ciudad. Ellas investigan unos autos viejos abandonados, son una herencia de la abuela de Sole, con la intención de ponerse una compañía de taxis. Pero su amistad se verá en riesgo cuando encuentran una sorpresa en una de las jorobas.”
Mas no es así, la tal sorpresa queda botada muy pronto, el taxi del caso también y el resto es ver a muchachos dele y dele con sus piruetas bicicleteras, especie de contexto para hacer un retrato más bien inexpresivo y superficial de la conducta de cierto sector socio-juvenil actual, tanto de una perspectiva como grupo o individual.
Como resultado,
Atrás hay relámpagos” es filme sin tensión dramática por ausencia narrativa y, si esto es adrede (lo que tampoco es novedoso en el cine, como algunos creen hoy), resulta cine superficial, sin hondura alguna, hasta frívolo y que llega –a lo más– a crónica, mera compilación o compendio en orden lógico de conductas juveniles poco significativas.
Cierro este comentario con el principio: por dicha actúan Natalia Arias y Adriana Álvarez. Incluso uno disfruta de la fugaz y buena secuencia de María Lourdes Cortés, autodefiniéndose ella en un taxi. Y no olviden las palabras de George Bernard Shaw: "Un crítico debe recordarle a su lector que está leyendo la opción de un solo hombre y que debe tomarla en lo que vale."

ATRÁS HAY RELÁMPAGOS

Título original: Atrás hay relámpagos
Costa Rica, 2017
Género: Drama
Dirección: Julio Hernández Cordón
Elenco: Adriana Álvarez, Natalia Arias
Duración: 87 minutos
Cines: Terramall, Lincoln, San Pedro, Nova Escazú y Alajuela

Calificación: DOS ESTRELLAS ( * * ) de cinco posibles

RECOMENDACIóN: “Un papá singular” (“Brad’s Status”)

Un papá singular   * * * *  Filme que juega entre el drama y la comedia inteligente con título poco atractivo, pero no le hace mella
Con título cajonero que suena más bien a libro de autoayuda, “Un papá singular” (2017) llega a las pantallas. Es comedia inteligente, fina y de notable limpieza narrativa con un depurado relato de tendencia minimalista, porque nunca habla ni exhibe más de la cuenta.
Su director, Mike White, viene a darnos una gran lección de cómo narrar en cine y hacerlo desde la esencia misma del relato, o sea, le quita pico y cola y lo deja con solo los atributos suficientes para darle fuerza dramática, ello dentro de un marco de sustanciosa ironía.
Mike White, también guionista, ubica a sus personajes en esta castrante sociedad que ha convertido el éxito individual en rasgo obsesivo y egoísta de la conducta, al punto que se discrimina a quienes no alcanzan esos puntos altos de la movilidad social. Esto hace que muchos sujetos recurran a lo que sea con tal de alcanzar el reconocimiento social, que pasa por lo económico (la corrupción, por ejemplo).
El filme parte con un padre de familia llamado Brad, quien envidia el éxito alcanzado por sus excompañeros de estudios, aunque estos sean ídolos con pies de barro. Quienes tienen el poder económico, a sujetos como Brad les dicen “resentidos sociales”. Por eso, Brad no quiere su suerte para su hijo, quien ingresará a una universidad por escoger.
Convencido de que él es un tipo fracasado, pese a no serlo en realidad, veremos a Brad moviendo mares y montañas en favor de su hijo Troy. Sin duda, el contenido de “Un papá singular” (título original: “Brad’s Status”) se concentra en la conducta y palabras del personaje Brad: tal es el “segundo mundo” que nos abre la película (para usar una expresión –sobre el cine– gustada por la Unesco).
Un papá singular” es uno de esos filmes donde el personaje es la historia, es la película, y por eso es vital un buen diseño del mismo (aquí, es magnífico). De seguido, tal aspecto necesita de una buena actuación que nos haga creíble el dilema principal con sus antecedentes y consecuencias. He de confesarlo: creo que esta es la mejor actuación que le he visto a Ben Stiller.
A Stiller, como Brad, lo acompaña el joven actor Austin Abrams como su hijo Troy, a quien le falta versatilidad emocional con su personaje. El asunto es que Ben Stiller “se come la pantalla” con su trabajo: es el poder emocional del filme, ayudado por lo formal, esto es, puntuales primeros planos, la voz en “off” o superpuesta, las debidas retrospecciones (“flash-back”) y sorprendentes secuencias oníricas.
Mike White maneja su película con importante sensibilidad, pero no deja de ser una cachetada que cada quien verá en qué momento le toca, sobre todo mientras asistimos a la interesante evolución del personaje principal. Si se quedan después de los créditos finales, obtendrán una secuencia extra. Lo hagan o no, de mi parte no dudo en recomendarles esta película.


UN PAPÁ SINGULAR

Título original: Brad’s Status
Estados Unidos, 2017
Género: Comedia
Dirección: Mike White
Duración: 101 minutos
Cines: Cinépolis, CCM; Nova, Citi, Cinemark

Calificación: CUATRO ESTRELLAS ( * * * * ) de cinco posibles

miércoles, 11 de enero de 2017

"Elle": los estados de negación

Elle es filme de sello francés y, como tal, su atractivo inmediato está en la presencia de la actriz Isabelle Huppert, quien está extraordinaria con su trabajo: una actuación del todo vivencial. Para los más cinéfilos, el punto de atracción es su director: Paul Verhoeven. Es posible afirmar que la mejor película de su carrera viene a ser la que ahora se exhibe: “Elle”, donde vuelve sobre una de sus ideas: los traumas y la muerte nos hacen a todos iguales. El guion de David Birke se basa en una novela de Philippe DjianLo que tenemos en “Elle” son personajes a sí mismos torturados de una u otra manera, sujetos que rechazan identificar sus propias emociones y viven un escapismo hacia otros estilos de conducta, algunos destructivos, como lo es el caso más grave de Michèle, exitosa ejecutiva de una empresa de videojuegos. La relación entre los videojuegos y las conductas de autonegación no es casual, según lo plantea el filme a cada momento. La propia Michèle acepta que ella vive en “estado de negación”, algo que le viene desde la niñez por ser hija de un padre psicópata (mecanismo de defensa que, a la hora de la verdad, no la defiende de nada). El filme está narrado con absoluta coherencia desde la dureza de sus secuencias y desde los diálogos del todo escarnecedores: unidad temática.

lunes, 9 de enero de 2017

“Moana: un mar de aventuras”, recomendada

Con algunas excepciones, el cine animado “hollywoodiano” viene a ser la medalla de oro de tan poderosa industria. Distintos títulos lo confirman y se repite ahora con la presencia de “Moana: un mar de aventuras”, filme con cuatro directores a bordo. Primero, hablemos de aquello en lo que resulta más fácil coincidir: en su excepcional, brillante e impecable expresión visual, que nos lleva del buen gusto al gozo estético. Es impresionante, así desde sus mínimos detalles hasta lo que podríamos llamar su gran decorado digital. En correspondencia a esa magnífica creatividad visual, el diseño de los personajes se da con sumo cuidado. Se trata de que el filme no desentone o se contraríe entre paisaje y personajes. Pese a ser digital, el resultado es tan bueno que uno podría aplicar al elenco el rigor del análisis actoral. Con dicha excelsitud, “Moana: un mar de aventuras” echa mano de siete guionistas dirigidos por Jared Bush para narrar una historia acaecida hace miles de años, cuando los marineros se guiaban por las estrellas para descubrir nuevas islas en el Pacífico. De pronto, las sombras comenzaron a imponerse al color de la Naturaleza. Ello, por culpa de un semidiós al que se le ocurrió robarle el corazón a Te Fiti, diosa de la vida. Distintos incidentes hacen que quien tenga que ir a resolver el misterio de las fuerzas oscuras sea una jovencita llamada Moana. Es cierto que al filme le falta más cuento con la evolución de sus personajes y les queda a las canciones y música lo que debió expresarse desde el propio relato. Por ejemplo, el papel de la mujer. Invitamos a asistir a ver este filme animado y a que lo hagan hasta el final de los créditos, por una secuencia última, después de tantas letras.

domingo, 8 de enero de 2017

"Animales nocturnos": buen filme

Para poner en imágenes su película “Animales nocturnos” (2016), el cuidado que ha tenido su director Tom Ford se pasa de esmerado, por lo que su estilo u oferta visual deviene en imágenes demasiado calculadas que le hacen perder fuerza dramática a la película. Nada más, porque existe el otro lado de la moneda: el cuidado estético permite absorber mejor los sentimientos de los personajes dentro de ellos mismos. En este caso, no solo vemos la pulcritud de los encuadres, sino que también sentimos los dilemas de los protagonistas. En “Animales nocturnos”, dentro de su mundo narrado, tenemos un ejercicio de ficción dentro de la ficción para introducirnos a espacios del amor, la nostalgia, la pena y el rencor. Lo hace bien la película con su narración pausada, con el buen juego de tiempos y un acertado cruce de historias bien llevado por el montaje. Con su trama, vemos cómo una joven, Susan, se empecina por un hombre de espíritu libre (Edward). Lo hace contra las advertencias burguesas de su familia. Se separan al tiempo. Es cuando Susan recibe un paquete con un libro escrito por Edward, que ella lee con cierta intriga, primero, y luego con irreparable angustia. Para el espectador y para la propia película, el clic está en ver cómo dos historias tan distintas (la “real” de Susan y la del libro), una melancólica y otra violenta, se conjugan en un solo universo. El final es el “todo está consumado”, planteado de manera excelente. Es el cierre de la gran actuación de Amy Adams. Por su parte, Jake Gyllenhall se limita bastante.

"Pasajeros" es cine pasajero


Desde que el inglés Daniel Defoe, en 1719, publicó las célebres aventuras de un hombre en una isla deshabitada cerca del río Orinoco, o sea, el famoso Robinson Crusoe, este asunto ha tenido muchas y muchas vueltas de tuerca. Para Robinson Crusoe la inteligencia es la capacidad de adaptarse y de sobrevivir en nuevas situaciones. Esa idea es la que le da algún sentido a un filme mediocre bautizado de manera llana con el título de “Pasajeros”, dirigido de manera anodina por Morten Tyldum. Este filme no sabe manejar bien su idea original: la de un hombre -Preston- solo en una nave espacial, quien se despierta de pronto de un sueño inducido en el que están cinco mil personas, todas enviadas a una colonia lejos de la Tierra. Al despertarse, sabe que su proceso de criogenización va a fallar. El tiempo pasa y Preston decide no envejecer y morir en soledad monástica. Entonces toma la decisión previsible de despertar a la más bella durmiente que él encuentre criogenizada. Lo que sigue es un melodrama barato de amor con uniones, separaciones, nuevas uniones, problemas y sexo con la mentada pareja. El elenco se contagia de tanta abulia: Chris Pratt y Jennifer Lawrence se filtran por la película sin química. “Pasajeros” es cine pasajero.

domingo, 1 de enero de 2017

Florence Foster Jenkins


Una soprano puede ser la peor de las mejores cantantes e, igual, la mejor de las peores.
Siempre le he tenido adhesión al cine del realizador británico Stephen Frears. Ahora, con sello británico y la suma histriónica de esa gran actriz llamada Meryl Streep, a partir de un buen guion de Nicholas Martin, el director Stephen Frears se solaza y nos atrapa con su película “Florence Foster Jenkins” (2016). Dicho filme es cine biográfico (“biopic”) que sabe entrecruzar los parapetos de la comedia, del drama y hasta del melodrama para darnos un singular entretenimiento. Con exquisita y formidable dirección de arte, la película se ubica en los años 40, en Nueva York. Su personaje es una mujer millonaria llamada Florence, filantrópica con el arte y los artistas. El filme se basa en hechos reales con personajes de comprobada veracidad histórica. En algún momento del relato, ante un estímulo equis, Florence Foster Jenkins decide convertirse en soprano. El problema es que no tiene talento ni voz para ello. Eso sí, Florence tiene dinero para meter cabeza en el asunto y para que su esposo le organice recitales. La película se muestra muy bien con el cronometraje de sus emociones. El asunto es el siguiente: ¿cómo una cantante tan mala logra tanto éxito, incluso discográfico o en el Carnegie Hall de Manhattan? Eso es lo que usted debe averiguar y esta película se lo dice.

domingo, 18 de diciembre de 2016

“Rogue One: Una historia de Star Wars”

La leyenda espacial de “Star Wars” hoy se nos aclara más con el filme “Rogue One: Una historia de Star Wars” (2016, del británico Gareth Edwards), lo hace con detalles menores y con asuntos importantes, por ejemplo: saber de dónde diantres y cómo los rebeldes obtuvieron los planos de la conocida Estrella de la Muerte. De esa manera, esta película nos relata un hecho importante dentro de esta cadena, la que se dio a conocer –primero– con el título en español de “La guerra de las galaxias”. “Rogue One”, que se anuncia como distinta trilogía al margen de “Star Wars”, pero que respira del mismo oxígeno. Con muy buen reparto, que además sabe lucirse, se estructura poco a poco, con sentido creativo y mucha coherencia, el episodio que corresponde a la creación de la Estrella de la Muerte por parte del Imperio, capaz de liquidar mundos completos, y la reacción de la Alianza por obtener los planos que permitan destruirla (lo que ya vimos en 1977 con el filme “Una nueva esperanza”). En efecto, “Rogue One: Una historia de Star Wars” debe verse como cine derivado de otro anterior; empero, es capaz de convertirse en nueva entidad fílmica con su propia narrativa o su propia odisea (“spin-off”: derivado).  “Rogue One” tiene un explícito discurso político contra las tiranías genocidas y sobre el valor de las insurrecciones populares contra ellas, las que llegan –incluso– a la entrega generosa de la vida en actos revolucionarios como los que vemos en la gran batalla final, muy bien visionada. Ojalá lo entiendan sus espectadores: sus personajes son, los buenos, una especie de Espartaco en el futuro, pero con aires de presente. Crítica completa en:
 http://www.nacion.com/ocio/cine/Critica-cine-Rogue-One_0_1603839687.html

lunes, 5 de diciembre de 2016

Sully y Robinson Crusoe, cada cual con su historia

SULLY: HAZAÑA EN EL HUDSON
Fue el 15 de enero del 2009. Se le llamó “Milagro en el Hudson", cuando el piloto Chesley Burnett "Sully" Sullenberger logró llevar su avión, un Airbus A 320, a las heladas aguas del río Hudson, luego de que una bandada de aves chocara contra los motores. Sullenberger se convirtió en héroe al salvar, así, la vida de 155 personas. Sin embargo hubo voces que insistieron en que habría sido menos riesgoso llevar dicho avión a un par de aeropuertos cercanos. Lo que no imaginé para nada, en ese momento, es que un jueves 1 de diciembre, del 2016, yo estaría prácticamente extasiado frente a una pantalla de cine, con una película titulada Sully: Hazaña en el Hudson (2016), dirigida por el cada vez más asombroso realizador de cine de Estados Unidos: Clint EastwoodSully: Hazaña en el Hudson vuelve a colocarnos en el sitio privilegiado de estar ante una película de un autor pleno, ante un filme progresivamente sustancioso, capaz de desentrañar con ojo clínico no solo los acontecimientos que relata, sino también de adentrarnos en lo profundo y contradictorio de la naturaleza humana por medio de sus personajes. Si hay un mérito presente en su filme actual, es la habilidad de Eastwood para contarnos una historia que parecía no tener filo cinematográfico. Es una historia contada desde su intrahistoria, dice con sobrada razón el crítico Xavi Sánchez Pons, y añade que eso reivindica a Eastwood como un cineasta pura-sangre. Por supuesto que la gran actuación de Tom Hanks le da más sinceridad a la obra.


LAS LOCURAS DE ROBINSON CRUSOE
Había una vez una isla desierta. Cuando las hay, cualquier cosa puede suceder, como que un cartógrafo llegue a ella y se vea obligado a sobrevivir. Para hacer más agradable el asunto –si de cine se trata– es probable que el personaje se llame algo así como Robinson CrusoeEso es más factible si la película es animada, o sea, cine familiar. En este caso, el filme que nos llega hoy es de origen belga, con un colorido exquisito, y su título es “Las locuras de Robinson Crusoe” (2016), dirigida por Ben Stassen y Vincent KestelootEsta vez, los autores de la película le dan un punto de giro agradable a la historia y las aventuras de Robinson Crusoe son vistas y disfrutadas por los animales de la isla: es un grupo muy simpático y de diferentes características. Al frente está un loro sagaz, a quien Crusoe llamará Martes. Es el núcleo del filme. “Las locuras de Robinson Crusoe” intenta alentar el buen humor y, por esa ruta, hablar de la paz con una sana relación ecológica y en vida común, sí, común, entre hombres y animales.

martes, 29 de noviembre de 2016

Jack Reacher y Café Society

Jack Reacher: Sin regreso
 Muchos críticos de cine la han emprendido contra la película Jack Reacher: Sin regreso (2016), dirigida por Edward Zwick, realizador con algunos filmes valiosos en su itinerario. Esta, del 2016, es secuela de la que vimos en el 2012 escrita y dirigida por Christopher McQuarrieA esos tantos críticos les llevo la contraria no por capricho, no por majadería, sino porque juzgo que, sin ser extraordinaria, es buena película de acción y hasta con buen trabajo del actor Tom Cruise. Antes de seguir adelante, quiero destacar el magnífico trabajo de montaje (edición) que logra suministrarle al filme un ritmo exacto y tenaz, pese a la multitud de planos presentes desde el rodaje. No solo es asunto de ritmo, pausas y cálculos de tiempos; más importante: es lo que contribuye el montaje a la coherencia narrativa. Entonces, desde el principio mismo, nos vemos sacudidos por muy buenas secuencias de acción sin que estas se conviertan en objetos gratuitos de espectáculo: tienen sentido dramático, están dentro de la intensidad, viven del desarrollo dramático y lo enriquecen, como el toque de una trompeta cuando llama a combate.
Café Society (de Woody Allen)

Por más afines que sean –entre sí– las películas del gran Woody Allen, hay que aceptar la maestría mayor o menor que cada una tiene frente a las otras, pero todas a partir del genio creativo del autor. 
Ahora, la presencia en los cines de Café Society (2016) le permite demostrar a Woody Allen eso: su capacidad de ser distinto en la semejanza y de ser semejante en la diferencia. Si les parece juego de palabras, no lo es. Así sucede no solo con la fluidez del relato, sino también con su arte visual.
Es genial como este director logra ser más intenso con sus tramas mediante la evocación melancólica de ellas. Para demostrárselos con Café Society, vamos a cometer una indiscreción, y es la de alabar la pujanza y la delicadeza sensitivas que tiene el final de la película (sucede un 31 de diciembre). ¡Es extraordinario! Uno se queda ahí con el deseo de que el filme no termine, de que haya un más allá, aunque ese más allá sea la propia secuencia alargada en sí misma. La historia es llevada a dos tramas o vertientes, ninguna como subtrama, y todo ese discurrir no es más que la preparación anímica para darnos la expresión más amorosa del amor, algo imposible de serles narrado en esta crítica. Woody Allen, sin renunciar a su humor punzante, capaz de burlarse de aquellos sectores con poder social y de ridiculizar la estupidez de quienes se juzgan a sí mismos como inteligentes, y, además, sin renunciar a la ironía ni a la sátira, nos hace sentir lo escrito por Shakespeare: “Nosotros somos esa cosa de la que los sueños están hechos y nuestra vida está rodeada de un sueño.”  El enredo de la comedia comienza cuando el sobrino joven se enamora de la secretaria de su tío adulto. El actor Jesse Eisenberg se luce a lo grande como el sobrino que busca vida en Hollywood: se muestra dueño de un personaje lleno de movimiento. Por su parte, a Kristen Stewart es de amarla por su belleza, pero –de actriz– se queda corta como secretaria al estilo de la canción de Mocedades: “la que escucha, escribe y calla”. Más queda debiendo Steve Carrell como el tío (mala escogencia). Si Café Society les recuerda Balas sobre Broadway (1994), tal vez tengan razón. 

domingo, 27 de noviembre de 2016

A manera de repaso pronto

DESIERTO (tres estrellas):

El notable y noble actor mexicano Gael García Bernal le dona su talento al director Jonás Cuarón para lograr una de las actuaciones más tensas que se le haya visto. García Bernal encarna a Moisés (nombre simbólico en este caso), quien viaja con un grupo de “ilegales” mexicanos por el desierto de Sonora para llegar a Estados Unidos. Desierto, con ese su desértico título, no solo habla de una realidad –que se esconde de muchas maneras– sobre el paso ilegal de migrantes latinos hacia Estados Unidos, sino de algo posible: de que un solo sujeto se declare a sí mismo juez y verdugo en contra de los latinos, movido tan solo por su odio hacia ellos. la película emociona con sus secuencias de acción (los acontecimientos propiamente dichos): hay suspenso. Alguien dijo que lo narrado es irreal. Por favor. En el cine nada es irreal ante la “realidad real”; puede serlo con su propio mundo, ¡y esto no sucede con Desierto! Asistan a ver este cine tan “nuestro-americano”. Si el filme no les importa, algo malo anda en ustedes, pero no en la película.

LA CHICA DEL TREN (Dos estrellas): 


Desde su ventanilla de pasajera, Rachel mira lo de siempre como siempre, para pensar lo invariable. Así, cada día que viaja y regresa de su trabajo en Nueva York, porque ella debe pasar por donde vivía con su esposo, del que se divorció, y mirar cómo él vive con su nueva esposa. Hay un pasado rutinario como el sonido del tren.Cuando Rachel quiere cortar ese lazo visual, se concentra en mirar a otra mujer con su esposo, felices ellos, Megan y Scott, quienes viven cerca. Es cuando Rachel estructura un mundo imaginario que ella vive como real sobre dicha pareja. O sea, crea una falsa vida y comienzan a entrar los personajes que ella desee.

ANIMALES FANTÁSTICOS Y DÓNDE ENCONTRARLOS (Dos estrellas): 

La película, larga en duración, comienza a ser tediosa muy pronto, cuando se extravía la valija, se escapan algunos animales y demasiados personajes meten la cuchara en el asunto. El único personaje de lograda elaboración es uno que no es mago, precisamente: Jacob Kowalski. De ahí en adelante, la aventura es jalonada por cuanta ocurrencia venga al cuento, como si todo fuese miríada (cien veces cien) de subtramas. Como al filme no le basta una trama, aparece otra que habla de la lucha entre humanos y magos o, si quieren, de una sociedad equitativa entre ellos.

lunes, 14 de noviembre de 2016

Manos de Piedra: Roberto Durán

He aquí una película incapaz de narrarse bien a sí misma por culpa de sus propias debilidades y, sobre todo, por la superficialidad con que asume el relato sobre la vida del conocido boxeador panameño Roberto “Manos de Piedra” Durán, ícono del cuadrilátero en ese país. Se titula Manos de Piedra (2016). Desde el principio, con sus tonos políticos en contra de Estados Unidos; luego, con el salto abrupto al diseño del personaje principal, a sus triunfos, su retiro y su regreso al boxeo; con todo, uno siente que se está ante un filme que abarca mucho, pero que aprieta poco. Eso hace que estemos ante una película biográfica (“biopic”) emocionalmente hueca, cinematográficamente plana e ideológicamente insustancial: peor en el momento de la muerte del general Torrijos, gobernante panameño. Es igualmente tímida cuando quiere sugerir la espiral de corrupción y de mezquindades que le da cuerpo al boxeo, poseído por la mafia. Paso a paso, el filme pierde cualquier densidad vitamínica y queda como pompa de jabón. La culpa es de su guionista y director Jonathan Jakubowicz (venezolano). Incluso, a sus escenas eróticas les sobra rigidez y les falta malicia: no tienen picardía, pese a las presencias físicas galanas de sus histriones, a saber: Édgar Ramírez (venezolano; como Roberto Durán) y Ana de Armas (cubana; como Felicidad Iglesias, la esposa del púgil).
Para leer la crítica completa, consulte en:

sábado, 12 de noviembre de 2016

Dr. Strange: Hechicero supremo; él y Ancestral


He aquí una narración que primero vio la luz de la historieta para llegar ahora con el tono maravilloso de la magia cinematográfica. Se trata de la bien lograda película Dr. Strange: Hechicero supremo (2016), dirigida con audacia y fino riesgo por Scott Derrickson. 

El filme define muy bien sus estratos narrativos, aunque pudo ser más breve en su primer momento, hasta la aparición de Ancestral. Ella es la mujer que asume la formación del futuro Doctor Strange, esto es, su guía (en el cómic es un anciano tibetano). Luego tenemos la aventura propiamente dicha, con su clímax, donde los buenos defienden el mundo cósmico o espiritual contra las fuerzas oscuras. Las partes de la película pueden diferenciarse; pero están muy bien ligadas entre sí: el juego de la unidad de las partes es uno de los más obsequiosos logros del filme. Esto sobresale en una película que es visualmente delirante, con tremendo oficio de efectos especiales o visuales. Sobresale Benedict Cumberbatch, excelente como el doctor Strange. No se le queda atrás la gran actriz Tilda Swinton como la mística Ancestral y, de alguna manera, sí se desaprovecha el talento del buen actor Mads Mikkelsen, con su papel de Kaecilius, el antagonista del caso. A los espectadores les recomendamos quedarse hasta el final de esta película, que les enciendan luces: entre los créditos hay dos secuencias que les pueden ser útiles en el futuro.
Crítica completa en:
Dr. Strange: Hechicero supremo (Estados Unidos, 2016)
http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/venegas_william/dr_strange_hechicero_supremo.htm

miércoles, 9 de noviembre de 2016

"El contador" sí cuenta. "Los Trolls" también.

Si ustedes van a ver la película El contador (2016), dirigida con arte de rompecabezas por Gavin O’Connor, lo primero que sentirán es algo que ya me canso de repetir: Ben Affleck, en general, no es buen actor. Peor lo vemos en el filme El contador
El de ahora es un personaje con asperger, autismo funcional. Salvado ese gran pecado, del que se resiente y nunca se redime la película, sí hemos de aceptar que estamos ante un filme interesante y capaz de entretener bien. Sin embargo, cuando el filme nos empieza a unificar, cuando las relaciones de causa y efecto comienzan a ser más claras, cuando se nos esclarece el estilo narrativo del guion, cuando la película nos permite percibir las relaciones de las distintas piezas del acertijo visual, el bombillo se nos enciende con claridad. En ese momento se nos aclara lo interesante del juego narrativo, dentro de su arte de novela policial. Unificado el “puzzle”, o sea, aclarada la charada inicial, el filme suelta su texto dentro de un buen estilo investigativo, donde su héroe tiene –más bien– la pinta de un antihéroe.
CRÍTICA COMPLETA:

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He aquí una película animada que calculó muy bien su público: para los más “peques” de cada familia. Se trata de un filme animado de los estudios DreamWorks Animation titulado Trolls (2016), dirigido con habilidad por Mike Mitchell.
Su título se refiere a una versión más bien cálida de las figuras mitológicas provenientes del término noruego “troll”, aunque en español la escritura correcta es trol (con una sola ele), según la Real Academia Española (Rae). En los relatos escandinavos, las figuras de los troles son muy distintas. Para el caso que nos corresponde, la película Trolls se enmarca en la tradición de los muñecos que fueron juguetes hace algún tiempo y que aún se ven en tiendas. Con todo, siempre he leído que son figuras creadas en 1959 por el danés Thomas Dam. Estos muñecos se caracterizan por sus colores llamativos. La música une da los trols, al igual que sus metódicos abrazos, dados con la puntualidad de un buen reloj, desde su buen rey y la valiente princesa Poppy hasta el último de sus habitantes. Solo un trol no lo hace. Se llama Ramón. Su historia es parte de la historia toda del filme. Trolls maneja bien el planteamiento de situaciones y su encadenamiento. Ese es su mérito narrativo: la coherencia de un mundo imaginado de la manera más libre por un guion creativo a cargo de Erica Rivinoja
CRÍTICA COMPLETA:

lunes, 31 de octubre de 2016

¿Qué invadimos ahora?: Michael Moore

¿Qué invadimos ahora?
Michael Francis Moore, mejor conocido solo como Michael Moore, nació en Míchigan, en 1954, y saltó a la profundidad del conocimiento público (también le dicen “luz pública”) cuando asumió el compromiso de hacer un documental contestatario: Roger & Me (1989). Documental tras documental, Moore fue afinando su vocación política y, a la vez, la de hombre de cine: cada vez más comprometido en lo sociocrítico, ha hecho documentales de ejemplar redondez formal y narrativa. Su documental de hoy se titula ¿Qué invadimos ahora? (2015), que el señor Moore ha escrito, producido, dirige y ejerce de actor principal. Esta vez, don Michael invade (según su jerga) distintos países de Europa con idea de robar soluciones para un país decadente, el suyo: Estados Unidos. Con buen diente, el documental mastica con eficacia lo que dice. ¿Qué invadimos ahora? es texto que no solo quiere reírse de la derecha estadounidense, porque –si estuviera en sus manos– la aplastaría.

Inferno: laberinto de signos según Dante

Aquí se da gusto Salvatore Totino con su excepcional fotografía. Se trata de la película Inferno (2016), dirigida con maña por Ron Howard. Otra vez trabaja con guion escrito por David Koepp, basado en la novela de Dan Brown. Hay buen planteamiento de situaciones (aunque algunas se pasan de complicadas por puro gusto) y el desarrollo de los diálogos es oportuno (incluido el humor sutil). El cuidado del director Ron Howard por llevar a buen puerto su entramado visual y narrativo hace –de Inferno– una película donde se nota la sapiencia para articula el material todo. Con la trama, profesor Robert Langdon trata de evitar la explosión de una bomba capaz de acabar con la mitad o más de la humanidad. Para eso, debe guiarse con la simbología oculta de la Divina Comedia, en la obra de Dante Alighieri: El Infierno. Nuevamente, Tom Hanks se luce con dicho personaje.De nuevo la música es elemento oportuno de apoyo, de Hanz Zimmer.

Aloys: fotógrafo pierde videos y cordura

¿Sabe usted lo que es eso: de sentirse entre la cordura y la locura, entre la ficción y lo real, entre el ser un sujeto o ser otro? Esta situación es narrada con mano prodigiosa y con rigor por el director suizo Tobias Nölle en su magistral película Aloys (2016), título que asume del nombre de su personaje. Aloys Adorn, un hijo frente a su padre moribundo, se ve a sí mismo ante la condición de heredero del trabajo paterno. Aloys será una especie de figura frágil que, con toda su humanidad andará por ahí (fotógrafo indiscreto) indagando la vida oculta de mucha gente, según lo contraten o le asignen. No hay de esos alardes narrativos que solo buscan manipular el espectador dentro del cine más comercial. Para nada. El filme Aloys no solo muestra solvencia artística, sino también exigencia consigo mismo. Es el retrato de una mente muy sensible, logrado también con sensibilidad y arte. Sin duda, las actuaciones de Georg Friedrich, como Aloys, y la de Tilde von Overbeck, como Vera, son sustanciales en la armazón de un relato bien estructurado.

sábado, 15 de octubre de 2016

La muerte de Darío Fo: a su memoria...

DARÍO FO
Dario Fo, actor, dramaturgo y por décadas protagonista del teatro y de la cultura italiana, falleció este 13 de octubre, 2016, a los 90 años de edad. Había nacido en Milán en 1926.Fo, que había ganado el premio Nobel de Literatura en 1997, murió en el hospital Sacco de Milán, donde había sido internado hace 10 días por complicaciones pulmonares. “Mi padre resistió y siguió trabajando por 8-9-10 horas por día hasta que tuvo que ser hospitalizado: el arte, la pasión y el compromiso político son cosas que sirven”, destacó su hijo Jacopo. Fo, famoso por su osada y afilada sátira política en obras como “La Muerte Accidental de un Anarquista”, conquistó los corazones y mentes de los italianos escribiendo y actuando sobre el escenario, radio y televisión y criticando con frecuencia a líderes políticos con un diálogo inteligente y mordaz. Lo hizo con su esposa, musa y protagonista de espectáculos teatrales, Franca Rame. Hijo de un jefe de estación de tren, el dramaturgo había nacido el 24 de marzo de 1926 en Sangiano, un pueblito del lago Mayor, en el norte de Italia. Nunca dejó de hacer política, haciendo del teatro un arma de denuncia social, siempre provocador e histriónico sobre las tablas del escenario, pero tozudamente crítico del poder y siempre de izquierdas y anticlerical. Eligió el teatro como arma contra la injusticia.

jueves, 13 de octubre de 2016

Horizonte profundo (2016; Deepwater Horizon)

El cine de desastres o catastrofista vuelve a buen sitial con la explosión de una plataforma petrolera 
He aquí una película tensa e intensa, activada y excitante, emocionada y emocionante, sólida y golpeante, dantesca y trepidante. Se trata del filme Horizonte profundo (2016; Deepwater Horizon) dirigida por el neoyorquino Peter Berg. La película está basada en hechos reales y narra los lamentables acontecimientos en la plataforma petrolera llamada Deepwater Horizon, colocada a 60 kilómetros de la costa de Louisiana, en el Golfo de México. Los hechos acaecieron el 20 de abril del 2010. Esa plataforma perforaba el subsuelo marino en pos de petróleo: ardua tarea que la humanidad ejecuta para destrozar el planeta y a sí mismo, por consiguiente. Por ahí, el filme mantiene una constante denuncia o queja de corte ecológico.Lo que sucedió fue una explosión en dicha plataforma, no siempre bien explicada por el argumento del filme, al punto que algunas veces uno, como espectador, se siente en un laberinto, donde lo visual predomina sobre lo explicativo de manera dominante: el todo por el todo. Horizonte profundo resulta película más bien superficial en razones (conceptualmente); pero, por otro lado, este filme se carga de adrenalina y, al poco rato, lo sienta a uno en el borde mismo de la butaca. Así de penetrante en lo visual. El mecanismo es el de siempre para este tipo de cine de acción. Es subgénero llamado cine de desastres o de catástrofes (terremotos, incendios, inundaciones, volcanes, plagas, meteoritos, tsunamis, etc.).Combina las imágenes grandilocuentes, el desastre apocalíptico y apabullante, con el diseño de sus personajes en las más cotidianas labores. Sobresalen de manera casi carismática, los histriones Kurt Russell y Mark Wahlberg: ellos más una ejemplar fotografía y una banda sonora bien dosificada.

martes, 11 de octubre de 2016

La fiesta de las salchichas: lo vulgar en lugar de talento

Seth Rogen, Evan Goldberg, Kyle Hunter y Ariel Shaffir son los guionistas de una comedia sucia o escatológica (en cuanto uso de expresiones, imágenes y temas soeces) y cargada de coprolalia (tendencia patológica a proferir obscenidades), filme que nos llega con el título de La fiesta de las salchichas (2016). 
Se debe señalar que se trata de una película animada y –como tal– no es la mejor ni la peor: con algunos logros formales y con otras secuencias propias de un cine primerizo. Como sucede casi siempre con el cine animado, este filme viene dirigido a cuatro manos: las de Conrad Vernon y Greg Tiernan. La película comienza bien y de manera interesante con conceptos de un arte más bien contracultural. Sucede en un supermercado, lleno de consumismo, signo de nuestro tiempo. Allí, los alimentos esperan a ser comprados por los humanos, quienes son vistos como dioses por la mercadería del súper. Es posible que los cuatro guionistas no hayan leído ni estén enterados de lo que sí pudo hacer el escritor británico George Orwell con su novela satírica Rebelión en la granja (publicada en 1945), donde un grupo de animales combate a los humanos, los derrota y la novela crece con nuevos acontecimientos. En La fiesta de las salchichas, los libretistas no supieron qué hacer con su propio guion y lo atiborraron de la más gratuita vulgaridad encubierta de actitud irreverente. Es parte de la decadencia moderna de llegar a la civilización sin pasar por la cultura.

lunes, 3 de octubre de 2016

"El hombre que conocía el infinito" y "El valiente"

El hombre que conocía el infinito * * * *
En lo convencional o uniforme aparece la belleza y en lo previsible salta la sorpresa: en cine es probable. He aquí una película narrada de manera convencional. Sin embargo, no por eso, deja de ser valiosa, interesante, pedagógica y bien lograda. Se trata del filme inglés El hombre que conocía el infinito (2016), escrito y dirigido por Matt Brown. Se refiere al joven matemático indio Srinivasa Ramanujan, quien logró llegar a la Universidad de Cambridge en plena época colonialista, por lo que tanto él como persona (su color de piel) y su genialidad matemática sufrieron el acoso racista y mesiánico de algunos ingleses. Entre lo positivo y las fallas de El hombre que conocía el infinito, queda una película modesta en ambiciones, pero de gran riqueza en lo que relata: la vida de un genio, el papel de la matemática ante la ingenuidad de la creencia religiosa, el valor de la ciencia en el proceso de conocimiento y la defensa humanista de la amistad por encima de diferencias de cualquier tipo.

El valiente  * * *

En cine, la historia de un héroe permite conocer hechos políticos que no se deben ignorar. Con su título cajonero y poco imaginativo, nos llega una buena película, firme con su historia y con su punto de vista. Se trata del filme El valiente (2016), dirigido por Gary Ross. Esta película se sostiene como estudio de la esclavitud contra el afán de ser sujetos libres. Como texto político, vemos la faceta horrorosa de la avaricia y del afán de riqueza, donde la explotación del hombre por el hombre se muestra en su expresión más vergonzosa: el esclavismo. Para eso, la trama narra la vida de un sujeto que toma conciencia del asunto en el año 1863, durante la Guerra de Secesión en Estados Unidos, pese a estar él del lado de los Confederados esclavistas. Se trata del granjero Newton Knight, quien se convierte en desertor del ejército sureño. Excelente actuación de Matthew McConaughey.

sábado, 1 de octubre de 2016

"Los siete magníficos": el vigor de Antoine Fuqua

Hoy, en esta sociedad cada vez menos solidaria y más individualista, resulta anacrónico y de una rareza absoluta que haya personas capaces de dar la vida en favor de los más necesitados. Mas he aquí que nos llega una película que bebe de otras anteriores para recordarnos la parábola del buen samaritano.  Un pueblo sufre la tiranía de un tipo poderoso y cruel, quien –con su enorme ejército– roba tierras a la gente de bien y mata por ello; entonces, otros hombres (siete en total) se agrupan como arácnidos para urdir la telaraña en que ha de caer ese sujeto déspota y avaricioso. Lo sabemos, la película se titula Los siete magníficos (2016), dirigida con vigor por Antoine Fuqua, refrito de un clásico vaquero como lo es la película Siete hombres y un destino (1960), de John Sturges. A su vez, esta otra película recrea un filme del gran Akira Kurosawa titulado Los siete samuráis (1954). Dos procesos se enmarcan en la trama del refrito dirigido por Fuqua. Primero, la lucha de siete sujetos que, sin razón aparente que no sea el dinero, se unen para combatir la injusticia y arbitrariedad en condiciones desiguales. Segundo, el propio proceso de esos siete vaqueros capaces de llegar a la esencia de la bondad humana. El buen trabajo de Fuqua implica una excelente dirección actoral. La historia bien narrada sobre los siete “outsiders” logra transmitir la esencia del relato con dos partes bien diferenciadas y, a la vez, bien unidas: la presentación de personajes individualmente y el quehacer de ellos en grupo con sus contradicciones.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

La primera dama de la Revolución: pura flojera

Si el documental es cine o no, lo menos que uno espera es calidad artística y riqueza conceptual al ofrecerse. Esas son dos notorias ausencias en el documental de la directora Andrea Kalin, que se ofrece en el país con el título de La primera dama de la Revolución (2016).
Dicho documental se queda en el rollo elegíaco sobre la mujer que fue primera esposa del exgobernante costarricense José Figueres Ferrer: la señora Henrietta Boggs. Este documental, tan vacío como un piano sin teclas, parece transcripción en imágenes del libro escrito por la señora Boggs: Casada con una leyenda (1992). Por eso, el filme se agota con planos de doña Henrietta, puesta ahí ante la cámara de manera hierática (solemne, sin que haya una actitud dialógica con el espectador). Para usar una frase ajena, ni siquiera es documental creativo. Peor, es sesgado en política a favor del figuerismo. La forma en que se presenta al doctor Calderón Guardia es maniquea, subjetiva e injusta en términos sociales, a la vez que ignora al obispo Víctor Manuel Sanabria y al dirigente Manuel Mora, comunista, pese a que ellos aparecen en imágenes. Poca capacidad de este documental para imaginar con imágenes. Se dice que La primera dama de la Revolución se pasará en escuelas y colegios. Ojalá que no. Al menos no sin debate, sin oír a la otra parte. También debe hablarse de que es documental flojo en términos formales, cuyas imágenes están ahí porque sí, porque había que poner algo delante de las cámaras.

jueves, 15 de septiembre de 2016

El nuevo Nuevo Testamento: Ea manda a Dios al carajo

Con el título original de Le tout nouveau testament (2015), nos llega la película El nuevo Nuevo Testamento (del director belga Jaco van Dormael). ¿De qué va la trama? De que hay un dios por ahí que se llama Dios a secas, como el de la iconografía cristiana. Este señor tiene un hijo llamado Jesucristo, crucificado cuando vino al mundo, lo que Dios no entiende. Dios –el personaje– tiene también una hija llamada Ea, quien no puede sentarse a la derecha del papá porque es el lugar del hijo. En efecto, Dios es bastante machista, al punto que su esposa, quien es una diosa, vive como arrinconada en la casa divina, en grado total de sumisión.No solo es machista Dios. Es un tipo vulgar, patán, grosero, chillón y demás actitudes negativas. En términos simples y hogareños, diríamos que es un dios para mandarlo al carajo, quien no solo anula a su mujer y se burla de su hijo J.C., sino que –además– es violento contra su hija. Es lo que hace su hija Ea: enviarlo al carajo. ¡La que se arma! Por supuesto que el filme aprovecha cualquier ocasión para hacer burla del poder de los dioses y de los conceptos figurativos de las religiones cristianas. El problema de este filme es que su ficción tiende a ser repetitiva. Le sucede por su afán de lograr la más alta comicidad y, a la larga, por el esfuerzo de darle más coherencia al mundo ahí narrado, con exceso de monólogos directos a la cámara. El relato puede parecernos poco original a fuerza de repetirse con situaciones parecidas entre ellas. Casi se puede adivinar el tránsito que ha de cursar la trama del filme.

lunes, 12 de septiembre de 2016

No respires, Don't Breathe: quien respira, pierde

Las notas de prensa en Costa Rica sobre la película No respires (Don't Breathe, 2016), dirigida por el uruguayo Fede Álvarez, han girado sobre la presencia del actor costarricense Daniel Zovatto, quien –por cierto– lo hace bastante bien, aunque su tiempo en pantalla sea más bien corto. Eso ha hecho que se hable menos de la buena calidad del filme o de su bien mantenido suspenso con pinceladas eficaces cercanas al cine de terror. Tres jóvenes se dedican a robar en casas. Un día, encuentran su tierra prometida: la vivienda más bien sencilla de un millonario ciego, donde hay dinero suficiente para comenzar una nueva vida. Sin embargo, a los jóvenes (dos hombres y una mujer) se les van complicando las cosas con sorpresas horrendas dentro de la casa. Para los muchachos es el irremediable deterioro de una situación que parecía ser del todo muy sencilla. Para el hombre ciego de la casa, a su favor, la oscuridad es como el fuego para la salamandra: su hábitat. Aquí es donde debemos elogiar la habilidad del director Fede Álvarez para obtener los buenos resultados, porque debe alargar con maña visual una trama sensiblemente corta, como quien estira un cuento para hacer una novela, pero con habilidad. La música del español Roque Baños es excelente por exacta con respecto a lo visual y por sí misma. El manejo de cámaras es ejemplar en la manera de cómo lo lleva a uno hacia un objetivo específico de la historia, en buena alianza con la fotografía de otro español: Pedro Luque. A propósito, es bueno mencionar que el propio Fede Álvarez es coguionista junto con otro uruguayo amigo suyo: Rodo Sayaguez. Interesante equipo de trabajo. Punto clave del suspenso provocado por este filme es la actuación de Stephen Lang como el habitante de la casa, quien, con su ceguera, se enfrenta a los jóvenes ladrones mientras se muestra –en el proceso– como un tipo oscuro por dentro: ¿psicópata? Las molestias por secuencias reiteradas, por abruptas transiciones del relato, por esa forzada evolución de personajes (ante la brevedad del núcleo de la historia) y por ser solo cine pragmático, nada impide recomendar esta película.

domingo, 11 de septiembre de 2016

Star Trek: Sin límites... sin límites con su mediocridad

Ahora estamos en el lapso en que los viajes de la nave Enterprise los vemos desde lo que, en cine, se llama precuela. La película que llega hoy es la tercera de las precuelas: Star Trek: Sin límites (2016), dirigida por Justin Lin, quien nació en Taipéi, pero creció en Estados Unidos. Esta vez, el libreto del filme es harto superficial, apenas para un director pirotécnico, sin afanes de corrección formal ni de narrar bien una historia. Tal es el señor Justin Lin. Justin Lin pierde la esencia de la serie espacial, se suma a la debilidad del libreto y filma como si fuera una de sus otras malas películas, las de Rápidos y furiosos. Ni siquiera se detiene con los personajes: la película no pasa de ser un publicitado espectáculo masivo para hacer dinero (“blockbuster”). Hasta ahí el ‘lenguaje’ del filme. En Star Trek: Sin límites vemos cómo la tripulación del Enterprise cae en una trampa muy tonta (¡zonzos!) con el timo de una misión de rescate, lo que los obliga a quedarse varados en el planeta Altamid en lucha contra el “malo” del caso: Krall. Resuelta con todos los efectismos del caso, esta película es holgura de medios técnicos, que no de talento. Solo espero que sus “fans” sean más inteligentes que la película, porque esta saga no merece quedarse en volteretas de cámaras, en juegos por ordenador o en explosiones repetidas como en feria de pueblo. Película seca como el más seco de lo desiertos, me eximo de recomendarla.

lunes, 5 de septiembre de 2016

Kubo y la búsqueda samurái: el origami y la música

Dentro del pantano en que ha caído el gran cine industrial, léase: Hollywood, y en el que nos hundimos con cierta facilidad, es notorio que el género animado viene a ser tabla de salvación para un cine que es simulacro del de verdad. Ahora se trata de un gustoso filme hecho con la ardua animación de “cuadro a cuadro” (“stop-motion”): técnica de filmar con tomas fotográficas seguidas, donde cada plano alarga el anterior. El mentado filme de genial expresión visual llega a Costa Rica con el título de Kubo y la búsqueda samurái (2016), pletórico trabajo dirigido por Travis Knigh, dueño principal de los estudios que lo producen: Laika. Su título original es Kubo and the Two Strings. La película está hecha con tal cuidado visual (al detalle), con tan significativa búsqueda de la belleza y de la perfección, con uso tan personal de los conceptos del cine animado “stop-motion” y con tan específica propuesta cercana al cine de autor, que deviene curso sobre sí mismo y sobre su arte. Es posible que este cuido artístico sea lo que lleva, de manera paradójica, a algunos descuidos narrativos. Kubo es un niño con talento para el origami y la música, quien deberá encontrar las partes de una armadura sagrada que alguna vez fue de su padre, samurái legendario. Una narración supone un todo compuesto de partes interdependientes que, por separado, serían inexplicables. Esas partes son las que están débilmente unidas por el filme. Por dicha, la agudeza visual crea la atmósfera suficiente para mantener amarrada la historia que, de manera un tanto arbitraria, gira del drama agudo y ‘oscuro’ a un final harto feliz (para complacer a todo el mundo). Dentro del argumento, la unidad enriquecedora del amor con la música es idea valiosa para circularla en un mundo cada vez más hostil como el actual, ahogado por odios y guerras. Kubo y la búsqueda samurái es filme con alta recomendación.

"Norman": fantaciencia fallida pasa a cine de acción

Es una lástima que a una película haya que calificarla por lo que es, sin tomar en cuenta lo que pudo haber sido. Es el caso de Morgan (2016), filme dirigido por Luke Scott, hijo del afamado realizador inglés Ridley Scott, solo que el cachorro aún no cumple con aquello de que “hijo de tigre, sale pintado”. 

Estamos ante un filme del llamado género fantástico que parece interesante de primera entrada, y lo es. La trama gira alrededor de la obsesión humana por crear un ser superior, eso que le llaman “inteligencia artificial”. Al rato, desde sus diálogos e imágenes, Morgan desaprovecha el tema planteado y es como si pasáramos a otra película. En términos visuales, de una sintaxis con sentido y efecto propios del género fantástico, se pasa a un lenguaje propio del cine de acción, ¡y del violento! Con este quiebre, la película es muestra palpable de lo que el escritor argentino del género, Bioy Casares, definió como el desdén por interrogar sobre las perplejidades del hombre moderno. En este momento, la película deja de vivir la historia que traía para pasar a contarla tan sólo. Al final, queda la sensación de haber estado ante una fruta cuyo sabor invita a comerla, pero que al hacerlo nos resulta difícil de digerirla.

miércoles, 31 de agosto de 2016

Amigos de armas (2016) (War Dogs):denuncia política

El nombre del director Todd Phillips no es para ser recordado de manera especial en el cine de Hollywood, aunque su trilogía titulada Hangover (2009, 2011 y 2013) fue éxito de taquilla. 
Con ese antecedente, más Jonah Hill con su actuación escabrosa, según su estilo, era presumible que el filme Amigos de armas (2016) fuese una comedia al uso, y más con ese título. El nombre original (War Dogs – Perros de guerra) sugiere mejor la esencia real de este filme. En efecto, de ninguna manera estamos ante una comedia mediocre, de esas que filman para miradas sin ninguna exigencia: ya se sabe que para un caminillo corto, cualquier yegüilla es buena. En lo total de la película asistimos a una sátira furibunda cuya condición le viene del guion escrito por Jason Smilovic junto con el propio director. Los diálogos son lacerantes, no dejan cabeza en su cuello. Desde el expresidente de Estados Unidos, George W. Bush, hasta el ejército de dicho país y el propio Pentágono están desmitificados por esta sátira. Se trata de acciones políticas injustificadas que llevaron a Estados Unidos a la guerra en países como Irak y Afganistán. Una vez metida la pata y conforme crecieron los apuros, las autoridades políticas y militares estadounidenses se vieron obligadas a establecer nexos con lo más oscuro del tráfico de armas. La red de corrupción es desnudada por este filme. Igual, Amigos de armas deviene en estudio de la avaricia y el desmedido afán de lucro de quienes viven solo para tener más y más dinero, necesario para el lujo más allá de lo lógico y para la vida dispendiosa entre drogas, fiestas y mucho sexo.

lunes, 22 de agosto de 2016

"Ben Hur" 2016: transcurre del tedio al bostezo

Al cine de Hollywood le ha dado por cacarear lo mismo, tal su pérdida de imaginación. Hollywood ya no solo tocó fondo, sino que parece anclarse en él. En esa gran industria, el cine es tragado por una bacteria y se queda sin ideas. Por eso nos inundan con refritos (“remakes”), secuelas, precuelas, sagas alargadas de manera inútil a tres o cuatro películas y filmes derivados (“spin-off”) de otros. Lo que sea, el asunto es hacer dinero sin sudarse para nada el cerebro. Dentro de esa línea es que ahora nos “ataca” una nueva versión de la novela titulada Ben Hur, escrita por Lee Wallace. El filme trae el mismo título: Ben Hur (2016) y está dirigido por Timur Bekmambetov, director nacionalizado ruso y nacido en Kazajistán. Sin duda, Timur Bekmambetov es pésimo director de actores: el elenco de su Ben Hur pasa por la película, pero la película no pasa por el elenco. Podríamos decir que los histriones son los espectadores más cercanos a la trama, incapaces de expresar emoción alguna, sentimiento alguno o pasión alguna. Los domina la falta de convicción. Pasado el capítulo de las actuaciones, vemos que el lenguaje visual de la película nunca es el mejor, pese al apoyo tecnológico con que cuenta el filme. Agréguese el poco dominio del ritmo narrativo o del compás de los tiempos, lo que nunca fue solucionado en la etapa del montaje (edición). El señor Bekmambetov tampoco aporta novedades estilísticas y más bien su Ben Hur transcurre del tedio al bostezo, aún en la famosa carrera de coches con caballos. Lo que tenemos es especie de folletín religioso o de texto telenovelero, así de esquemático y superficial.

domingo, 21 de agosto de 2016

"La novia" , desde las bodas de sangre lorquianas

He aquí una película hecha con amor por la poesía y el teatro. El filme se titula La novia (2015) y es recreación merecedora y creativa –a la vez– de esa sensible pieza teatral y lírica titulada Bodas de sangre, de Federico García Lorca. Esta película cuenta con la acertada y fina dirección de Paula Ortiz, realizadora nacida en Zaragoza, en 1979. El guion destaca por la coherente y bien estructurada narración, sin perder nada del arte de la poesía. Los personajes están bien definidos, aunque debemos lamentar que las actuaciones no sean las mejores, porque los histriones principales (los del trío amoroso) no logran impactar con mayor fuerza dramática. Quien sí se luce con excelente actuación es Leticia Dolera (la madre del novio): ella carga sobre sí el dolor histórico de las mujeres en la sociedad rural. La trama es conocida por muchos espectadores y, pese a ello, el filme logra cautivar con el tratamiento dado en pantalla a la historia, fórmula exacta para un texto de García Lorca. De allí ese tono poético y dramático a la vez, más la rica presencia de la música, el baile y el canto premonitorio. Leonardo es el hombre hecho exaltación más que fogosa, como el galope tendido de su caballo, quien busca a la mujer amada y huye con ella el mismo día de la boda, cuando ella se ha casado con el amigo de ambos. Ella es dilema, es la encarnación de la duda antes que la palabra dada en una boda y de la pasión antes que la ley. El novio es el joven alegre y confiado que los hechos llevan a la tragedia inusitada. Todo el diseño artístico está asumido con harto cuidado: la atmósfera reúne a la Muerte (campesina pobre), a la Luna y al Cuchillo, signos de la tragedia.

jueves, 18 de agosto de 2016

"El buen amigo gigante": mejor en la versión doblada

De origen noruego, el escritor Roald Dahl murió el 23 de noviembre de 1990 a los 74 años. Nos legó una importante cantidad de narrativa y de poesía, más para niños que para adultos. Muchos de sus cuentos han sido llevados al cine. Ahora es Steven Spielberg quien toma uno de los relatos de Dahl y lo ofrece con tonos sentimentales dentro del llamado género fantástico. 
Esta es su película El buen amigo gigante (2016), que con otro tipo de relato busca repetir lo que se había logrado con el cálido filme E.T. (1982). El argumento comienza mostrando un orfanato en Londres. Una niña llamada Sofía camina por ahí entre su desvelo y sus fantasías. Esa noche, ella incumple la orden de no atravesar la cortina que va al balcón. Al hacerlo, se encuentra con un gigante que se la lleva a sus tierras. Luego, Sofía descubre que se trata de un gigante muy buena persona, cariñoso, protector y a quien ella llamará BAG (“Buen Amigo Gigante”). Su figura grande no es solo la de un hombre bondadoso, sino que es –además– muy simpático, sobre todo cuando habla, porque altera cuanta palabra dice, siempre con resultados cómicos. Les garantizo a los lectores que la versión doblada al castellano es la mejor alternativa para ir a ver este filme. Los diálogos doblados por el mexicano Alejandro Villeli son muy simpáticos. El problema de El buen amigo gigante es que no logra plantear un conflicto que realmente le dé tensión a la narración del filme: todo es demasiado apacible y no hay ninguna “zona oscura”, con asepsia total, pasada por agua bendita. La animación por captura de movimiento es excesiva, sí, tanto que desanima lo animado, al igual que el exceso de música de John Williams, que empalaga. Producto menor dentro de la filmografía de Spielberg, quien, aún así, tiene la habilidad de plasmar un filme con sabor humano pese al exceso de tecnología, con la ayuda de la niña actriz Ruby Barnhill.